sábado, 22 de enero de 2011

LIBROS OBLIGATORIOS

En estos post siempre hablo de libros que me gustan, unos más que otros,  pero que leo por placer, sin que nada ni nadie me obligue a leerlos.  Ya quedaron atras los tiempos de colegio e instituto en que tenías que leer una serie de libros escogidos por ¿los profesores? y que la mayoría de las veces no captaban tu atención.  
Ahora los libros obligatorios son otros, los de las oposiciones.  Después de más de dos años en paro, haciendo cursos, enviando currículums hasta perder la cuenta y estudiando oposiciones sin parar, mañana me toca examen.  Un último examen, esperemos que el definitivo, por que hasta ahora y aún con ganas y esfuerzo la suerte no me ha acompañado.  Seguiré con las oposiciones quien lo duda, pero es el último esfuerzo de una media de diez horas diarias de estudio, a partir de ahora lo voy a compaginar con otros proyectos.... el ánimo no da para más.
Pero,  ¿que hace tan difícil sumergirse en esos libros de oposiciones?.  Tengo mucha facilidad para recordar frases, pasajes, fechas y datos que aparecen en todos aquellos libros que he leído por gusto después de leerlos una sóla vez, pero cuando abro un libro obligatorio, la cosa cambia, tengo que dedicar mucho tiempo a concentrarme, tengo que crear un horario fijo y monótono que no me distraiga, repetir mil veces los conceptos hasta que los aprendo y repasarlos una y otra vez, porque incluso cuando creo que ya lo sé todo, vuelve a asaltarme la duda .  Lo más curioso es que no son libros aburridos, la mayoría te enseñan cosas muy útiles y da igual que estudies para el Estado, Justicia o lo que sea. Me proporcionan datos,  informaciones no sólo valiosas, sino bastante interesantes; pero aún así el cerebro parece que se resiste a memorizar todas sus líneas y la repetición se convierte en un modo de vida, una necesidad diaria para no olvidar lo que con tanto trabajo se ha aprendido.
¿Cuál es el secreto para poder coger estos libros y asimilarlos con la misma facilidad con la que lo harías si no fuera obligatorio?.  Si éstas pensando en la necesidad o la desesperación, no creo que sea esa la respuesta.  Por que la necesidad y la desesperación son las que hacen que tu vida diaria se limite a leer, subrayar, resumir, estudiar, repetir, durante tanto tiempo los mismos textos, esa necesidad es la que hace que te obligues a dormir menos, a no salir durante días si no es abolutamente necesario y es la desesperación la que hace que termines por ver el día libre semanal más como una obligación para cambiar el chip y poder concentrarte con mayor faciliad al día siguiente que como un momento de relax y de disfrute con los tuyos.
Así que, ¿cuál es la respuesta? Si alguien tiene la respuesta a lo mejor también tiene la solución.  Deseadme mucha suerte.

2 comentarios:

  1. Para las opositoras en fase previa a los exámenes, ¡mucha suerte!.
    Coincido con la opinión que los libros obligatorios son difíciles de digerir. Para mí, dos barreras hay que trepar: la primera el estilo narrativo y segunda la temática. Cuando un tema no te interesa la concentración se volatiliza en un tiempo mínimo. ¿cómo evitarlo? Lo primero es tener muy claro la meta que vas a conseguir con estos conocimientos: trabajo, nuevas perspectivas respecto de un tema, desenvolverte mejor en un área, etc. Cuando esto lo veo claro paso al libro y busco en el índice la parte que creo que me sería de más utilidad y por ahí empiezo, lógicamente me derivará al resto del temario para poder completar la información y al final terminas por leerlo completo.
    La otra barrera es la del estilo narrativo, que en las oposiciones es especialmente árida, aquí no me queda otra que hacer "traducción simultánea", sintetizar y adecuar a mi vocabulario lo que voy leyendo, al principio tengo que ir resumiendo, interpretando tecnicismos, y buscando la idea general. Esta fase creo que es la más complicada, la de adaptarse a la verborrea técnica. ¡Con lo fácil que es hablar clarito!
    Bueno, ya ves que yo tampoco tengo una solución rápida y eficiente. La constancia lo es todo.

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  2. Solución no hay. Los libros de estudio de las oposiciones son como los bancos de las galeras, estás atado, condenado a remar y con un capataz que eres tu mismo, azuzándote con el látigo de la necesidad y la desesperación que dice Mariuca. Lo único que compensa tanto esfuerzo es aprobar el dichoso examen, aunque es muy probable que los nervios y el escaso tiempo que te dan te jueguen una mala pasada y en dos horas se malogren meses de sacrificio. Esta es la vida del opositor. Mi receta personal para los textos de las oposiciones es entender lo que estoy leyendo. Encontrar una lógica, una rutina, las repeticiones en las leyes, en los procedimientos, casi siempre son de sentido común (aunque las aplicaciones y la práctica dejen mucho que desear) Lo que más me cuesta memorizar, pues es de lorito, son los plazos, 10 días para una cosa, 15 para otra, 20 para la de más allá... en fin un lio. En estas últimas que hemos sufrido me ha faltado tiempo, éstas necesitan un año para ir con tranquilidad al examen.
    Pasando a los libros obligatorios del colegio y del instituto, personalmente me alegro de que me obligaran a leer los que, en aquel tiempo me parecían un rollo. Todavía puedo citar a Jorge Manrique y sus coplas, el Cantar del Mio Cid y sé quién es Gonzalo de Berceo y su román paladino. Son conocimientos inútiles para encontrar trabajo pero que personalmente enriquecen. La cada vez más menguada educación literaria que se imparte en los centros es un empobrecimiento del lenguaje que se está notando en todos los niveles, pues llevamos años, desde la EGB, bajando el esfuerzo y la calidad en todos los aspectos y sobre todo en las lecturas obligatorias.

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