Emily después de perder a su madre y a su padre, pasa a depender de una hermana del padre. Su tía no solo no la aprecia sino que la acusa de ser egoista e indecente, y le pone todas las dificultades posible para que sea feliz. La separa de su gran amor y la obliga a seguirla a Italia después de casarse con el que pasará a ser su tío.
Emily se vé obligada a defenderse de su nueva familia que está dispuesta a casarla contra sus deseos para conseguir una buena posición a través de este enlace.
Sus mayores desgracias ocurrirán una vez que llegue al Castillo de Udolfo, un lugar lleno de misterio donde todos coinciden que habitan los fantásmas y donde nadie podrá acudir en su ayuda. Montoni, el marido de su tía está dispuesto a llegar donde sea para que se haga su voluntad.
Confieso: mea culpa, mea culpa. Cuando Ines de Inés y sus libros propuso que nos apuntaramos a su Noche de Terror, me pareció una idea estupenda proponer a una de las reinas del gótico, aunque reconozco que nunca la había leido antes de ahora.
El gótico siempre me ha gustado, a veces resulta un poco inocente como es lógico producto de su época pero siempre me han encantado las descripciones de los sufrimientos de los protagonistas cuando se enfrentan a sus miedos: reales o imaginarios y a lo que es el miedo sin racionalizar, pero esta vez.... me he equivocado.
Por desgracia no puedo recomendar este libro, y lo siento mucho porque me gustaría poder decir lo contrario.
La novela puede ser gótica, pero no en el sentido de terror gótico.
La novela sin duda da miedo pero en el sentido que os voy a explicar ahora: da miedo lo que se puede alargar la autora dando datos y describiendo sensaciones y paisajes sin aportar nada, da miedo la debilidad congénita de todos los personajes a excepción de los malos, siempre enfermos y sufrientes, da miedo la historia de amor desesperado sin casi razón. Ya se que el amor es ciego, pero aquí es también sordo y cojo.
Y da miedo lo que al parecer se consideraba aventurero y romántico según la historia: mujeres a las que prácticamente no se les dejaba hablar, ninguna posibilidad de opinar y simplemente resignación y humildad.
Para colmo la autora comete algunos errores históricos bastante penosos y el final se espera de tal forma que nisiquera me pude alegrar cuando llegó.
Quizás os parezca un poco dura, pero la única forma de juzgar mejor esta novela sería haber conocido a la autora y pensar que de verdad tuvo una razón de peso para escribir algo como esto.
Ann Radcliffe, Nacida en Londres, el 9 de julio 1764, fue la de miss Oates -Radcliffe era el apellido de su marido- una familia acomodada. Prósperos comerciantes, no faltaban entre ellos amantes de la cultura. Si bien la educación que procuraron a la joven quedó reducida a algunas nociones de arte y a otras de música, las aficiones de la muchacha a la lectura alimentaron su espíritu creador. La reina de lo gótico, tal y como la llaman los aficionados al género, abandonó la literatura consumida por la melancolía en que la sumieron la pérdida de sus padres y la enfermedad degenerativa que se apoderó de su marido. Sorprende que la tristeza le llevara a dejar la pluma en lugar de a cogerla con más fuerza, presta a dar cuenta de sus tristezas. Pero sorprende más que una puritana, pues eso era Ann Radcliffe al igual que cualquier otra inglesa de su clase y de su época, alumbrara los horrores que alumbró en textos como Los misterios de Udolfo (1794) y El italiano o el confesionario de los penitentes negros (1797).
Enmarcada de lleno en el género que causa furor entre los lectores de la segunda mitad del siglo XVIII, Ann Radcliffe conoce el éxito desde sus primeras publicaciones. Casi siempre enmarcadas en Italia -más por el consabido prejuicio anglosajón ante el mundo latino que por un verdadero conocimiento de la escritora de aquella península, habida cuenta de que la única vez que salió de Inglaterra fue para viajar por Francia y Alemania-, publica "A Sicilian Romance (1790) y "The Romance Forest" (1791). Los castillos en ruinas, las puertas misteriosas, las músicas embriagadoras y los espectros que pueblan sus páginas, en las que bellas doncellas son objeto de una despiadada violencia, son capaces de suscitar un temor inusitado en el lector. De no ser por la maestría de la autora, difícilmente hubiera podido admitirse tanta truculencia y tan inverosímil sin esa carcajada que inspiran los terrores que no asustan.
"Los misterios de Udolfo", primera de las obras maestras de Radcliffe, ve la luz en 1794. En ella se nos propone la triste experiencia de Emilia de St. Aubert. Es ésta una bella gascona, huérfana y tutelada por una cruel tía casada con un siniestro italiano, el señor Montoni. Para apartar a la joven de Valancourt, su amor, sus tutores la recluirán en el castillo de Udolfo, tétrica fortaleza de los Apeninos donde la autora pondrá en marcha en marcha toda la terrorífica imaginería gótica o, si el lector lo prefiere, romántica.
Tres años después, Ann Radcliffe da a la estampa "El italiano o el confesionario de los penitentes negros". Su argumento es una variación de la misma propuesta incluida en su primera entrega. En esta ocasión, nuestra heroína responde al nombre de Ellena di Rosalba; el malvado, al de Schedoni. Sienta éste las bases de un prototipo del género: el del clérigo despiadado, que tanto complace al lector anglosajón, ávido de tener noticias de las crueldades de "los papistas". Secuestrada por Schedoni, la bella Ellena será arrojada a un mundo tenebroso y laberíntico donde el convento -uno de los principales ámbitos del terror gótico- precede al castillo.
Para desgracia de los aficionados al género, tras la publicación de "El italiano...", su autora deja la pluma. Únicamente volverá a cogerla en el otoño de sus días para escribir "Gastón de Blondeville". Será una ficción ambientada en la Edad Media, más cerca de la novela histórica que de la gótica, de publicación póstuma. Ann Radcliffe, cuyo talento hace que olvidemos sus muchos prejuicios ante el mundo latino, murió en Londres, el 7 de febrero de 1823.
Emily se vé obligada a defenderse de su nueva familia que está dispuesta a casarla contra sus deseos para conseguir una buena posición a través de este enlace.
Sus mayores desgracias ocurrirán una vez que llegue al Castillo de Udolfo, un lugar lleno de misterio donde todos coinciden que habitan los fantásmas y donde nadie podrá acudir en su ayuda. Montoni, el marido de su tía está dispuesto a llegar donde sea para que se haga su voluntad.
Confieso: mea culpa, mea culpa. Cuando Ines de Inés y sus libros propuso que nos apuntaramos a su Noche de Terror, me pareció una idea estupenda proponer a una de las reinas del gótico, aunque reconozco que nunca la había leido antes de ahora.
El gótico siempre me ha gustado, a veces resulta un poco inocente como es lógico producto de su época pero siempre me han encantado las descripciones de los sufrimientos de los protagonistas cuando se enfrentan a sus miedos: reales o imaginarios y a lo que es el miedo sin racionalizar, pero esta vez.... me he equivocado.
Por desgracia no puedo recomendar este libro, y lo siento mucho porque me gustaría poder decir lo contrario.
La novela puede ser gótica, pero no en el sentido de terror gótico.
La novela sin duda da miedo pero en el sentido que os voy a explicar ahora: da miedo lo que se puede alargar la autora dando datos y describiendo sensaciones y paisajes sin aportar nada, da miedo la debilidad congénita de todos los personajes a excepción de los malos, siempre enfermos y sufrientes, da miedo la historia de amor desesperado sin casi razón. Ya se que el amor es ciego, pero aquí es también sordo y cojo.
Y da miedo lo que al parecer se consideraba aventurero y romántico según la historia: mujeres a las que prácticamente no se les dejaba hablar, ninguna posibilidad de opinar y simplemente resignación y humildad.
Para colmo la autora comete algunos errores históricos bastante penosos y el final se espera de tal forma que nisiquera me pude alegrar cuando llegó.
Quizás os parezca un poco dura, pero la única forma de juzgar mejor esta novela sería haber conocido a la autora y pensar que de verdad tuvo una razón de peso para escribir algo como esto.
Ann Radcliffe, Nacida en Londres, el 9 de julio 1764, fue la de miss Oates -Radcliffe era el apellido de su marido- una familia acomodada. Prósperos comerciantes, no faltaban entre ellos amantes de la cultura. Si bien la educación que procuraron a la joven quedó reducida a algunas nociones de arte y a otras de música, las aficiones de la muchacha a la lectura alimentaron su espíritu creador. La reina de lo gótico, tal y como la llaman los aficionados al género, abandonó la literatura consumida por la melancolía en que la sumieron la pérdida de sus padres y la enfermedad degenerativa que se apoderó de su marido. Sorprende que la tristeza le llevara a dejar la pluma en lugar de a cogerla con más fuerza, presta a dar cuenta de sus tristezas. Pero sorprende más que una puritana, pues eso era Ann Radcliffe al igual que cualquier otra inglesa de su clase y de su época, alumbrara los horrores que alumbró en textos como Los misterios de Udolfo (1794) y El italiano o el confesionario de los penitentes negros (1797).
Enmarcada de lleno en el género que causa furor entre los lectores de la segunda mitad del siglo XVIII, Ann Radcliffe conoce el éxito desde sus primeras publicaciones. Casi siempre enmarcadas en Italia -más por el consabido prejuicio anglosajón ante el mundo latino que por un verdadero conocimiento de la escritora de aquella península, habida cuenta de que la única vez que salió de Inglaterra fue para viajar por Francia y Alemania-, publica "A Sicilian Romance (1790) y "The Romance Forest" (1791). Los castillos en ruinas, las puertas misteriosas, las músicas embriagadoras y los espectros que pueblan sus páginas, en las que bellas doncellas son objeto de una despiadada violencia, son capaces de suscitar un temor inusitado en el lector. De no ser por la maestría de la autora, difícilmente hubiera podido admitirse tanta truculencia y tan inverosímil sin esa carcajada que inspiran los terrores que no asustan.
"Los misterios de Udolfo", primera de las obras maestras de Radcliffe, ve la luz en 1794. En ella se nos propone la triste experiencia de Emilia de St. Aubert. Es ésta una bella gascona, huérfana y tutelada por una cruel tía casada con un siniestro italiano, el señor Montoni. Para apartar a la joven de Valancourt, su amor, sus tutores la recluirán en el castillo de Udolfo, tétrica fortaleza de los Apeninos donde la autora pondrá en marcha en marcha toda la terrorífica imaginería gótica o, si el lector lo prefiere, romántica.
Tres años después, Ann Radcliffe da a la estampa "El italiano o el confesionario de los penitentes negros". Su argumento es una variación de la misma propuesta incluida en su primera entrega. En esta ocasión, nuestra heroína responde al nombre de Ellena di Rosalba; el malvado, al de Schedoni. Sienta éste las bases de un prototipo del género: el del clérigo despiadado, que tanto complace al lector anglosajón, ávido de tener noticias de las crueldades de "los papistas". Secuestrada por Schedoni, la bella Ellena será arrojada a un mundo tenebroso y laberíntico donde el convento -uno de los principales ámbitos del terror gótico- precede al castillo.
Para desgracia de los aficionados al género, tras la publicación de "El italiano...", su autora deja la pluma. Únicamente volverá a cogerla en el otoño de sus días para escribir "Gastón de Blondeville". Será una ficción ambientada en la Edad Media, más cerca de la novela histórica que de la gótica, de publicación póstuma. Ann Radcliffe, cuyo talento hace que olvidemos sus muchos prejuicios ante el mundo latino, murió en Londres, el 7 de febrero de 1823.