sábado, 6 de noviembre de 2010

¿ESCRITORES ASESINOS O ASESINOS ESCRITORES?

Uno de los ejemplos más conocidos por ser relativamente actual es el de Juliet Hulme, (ahora Anne Perry) autora de éxito de novelas policiacas ambientadas en la época Victoriana.
Junto con su amiga de la escuela Pauline Parker, Juliet asesinó a la madre de Pauline, Honora Rieper. En junio de 1954 los padres de Juliet se encontraban en proceso de separación, y se decidió que ella fuera enviada a Sudáfrica a vivir con un pariente. Las dos adolescentes, quienes habían soñado una vida juntas llena de fantasía, poblada de famosos actores tales como James Mason y Orson Welles, no querían ser separadas, ya que habían tenido la esperanza de irse a Inglaterra con el padre de Juliet después del divorcio.
El 22 de junio de 1954, las chicas condujeron a Honora Rieper a un paseo a pie por el parque Victoria en la ciudad de Christchurch, donde entonces vivían. En un camino solitario Juliet tiró una piedra de ornato para que la Sra. Rieper se agachara a recogerla. En ese momento, Pauline había planeado golpear a su madre con un ladrillo. Las chicas supusieron que sería suficiente para matarla. Sin embargo, se requirieron 45 frenéticos golpes de ambas chicas para finalmente matar a Honora Rieper.

William Seward Burroughs fue un novelista, ensayista y crítico social estadounidense.
Ya desde pequeño descubrió sus inclinaciones homosexuales y su pasión por las armas de fuego, que le acompañó toda su vida. Tras un periodo terriblemente autodestructivo durante los años cincuenta tras una primeriza incursión en la literatura (es el caso de Yonqui), se dedicó a partir de los sesenta a escribir con bastante continuidad.
Su obra tiene una importante carga autobiográfica, y en ella se plasma su adicción a diversas sustancias, como la heroína. La experimentación, el surrealismo y la sátira constituyen, además, algunos de los elementos más destacados de sus novelas.
Mató accidentalmente a su mujer Jane de un disparo en la cabeza al tratar, sin éxito, de imitar la puntería de Guillermo Tell.
 
El filósofo Louis Althusser también mató a su mujer, Heléne, estrangulándola en 1980, y también salió más o menos impune: los expertos psiquiatras dictaminaron que había cometido el crimen en un «estado de locura» y eludió el proceso penal, y la cárcel.
 
El caso del escritor Juan Pedro Barcelona hizo correr ríos de tinta hace poco más de un siglo, en 1906: murió a consecuencia de las heridas de un duelo que libró con otro escritor, Benigno Varela. Varela era monárquico y Barcelona, mayor que él, activísimo republicano. Las puyas dialécticas en los papeles pasaron a roces en los cafés de Zaragoza, donde vivían, y de ahí al duelo. Se celebró en las orillas del Ebro. Barcelona fue herido y murió días después. Benigno Varela, que justificó en muchos de sus libros su crimen, como en «Yo acuso ante S. M.», siguiendo una línea de defensa a la manera de Zola, pasó una temporada entre rejas pero también se libró pronto del presidio para seguir defendiendo con uñas y dientes, y hasta el final de su vida, la monarquía.
 
El escritor bohemio Alfonso Vidal y Planas disparó a quemarropa al escritor Luis Antón del Olmet, que era su socio, en el Saloncillo del Teatro Eslava de Madrid. Las causas del crimen no se conocen con exactitud, pero parece ser que en el mar de fondo buceaban asuntos amorosos.
 
En 1907, y en Inglaterra, murió Bertram Fletcher Robinson. Era amigo de Arthur Conan Doyle, y algunos investigadores sospechan que el creador de Sherlock Holmes le envenenó para apropiarse de una novela que había escrito y que más tarde, y sin su nombre en la cubierta, ha pasado a la posteridad con el título de «El sabueso de los Baskerville».

1 comentario:

  1. Si hay alguien a quien le interesen este tipo de libros, la editorial Nowtilus va a publicar el trabajo del famóso criminólgo Francisco Pérez Abellán:
    Esta colección se basa por desgracia en hechos auténticos que han tenido lugar tanto en España como en todo el planeta.
    La saga comienza con las obras del propio Pérez Abellán: «Crimen y criminales» en dos volúmenes y «El hombre lobo y otras bestias. Psicópatas, mujeres diabólicas y monstruos del crimen». Son los primeros, pero seguirán más, por ejemplo otro sobre asesinos en serie escrito por Janire Rámila: «Depredadores humanos».

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