sábado, 5 de diciembre de 2009

LAS BEBIDAS EN LA NOVELA

No se si alguna vez os habeis fijado, pero hay una serie de bebidas que utilizadas por los escritores en alguna escena de sus libros, siempre repiten el mismo tipo de situación.  Os voy a poner algunos ejemplos:
El : siempre que aparece en un libro, suele ser una escena en que en la mayoría de los casos hay mujeres, siempre lo utilizan para describir escenas en que el grupo de personas o la persona que bebe están relajados o lo intentan y suelen además estar en sitios que producen una sensación de tranquilidad.  Si además lo metemos en una ambiente anglosajón, entonces ya queda todo dicho.
El WHISKY y el BOURBON, estos dos tipos de bebidas alcoholicas normalmente las he encontrado de forma bastante repetitiva en dos tipos de situaciones completamente distintas.  Una es la típica del malhechor, el detective privado o el policía trasnochado que después de salvar la vida por un pelo, pegarle una paliza a alguien, asesinar o descubrir que su vida es un asco, ahoga sus penas en un vaso de whisky o de bourbon (si son americanos).  La segunda, normalmente se encuentra en escenas donde gente con un cierto nivel tanto cultural como económico y en un ambiente chic y elegante, cuando van a tener una charla de las importantes deciden hacerlo bebiendo un vaso de whisky o bourbon.
No se si esto os suena o no, si es así me gustaría escuchar vuestros comentarios, o  quizás os hayáis dado cuenta de algo parecido pero con otras bebidas.

1 comentario:

  1. Cierto es que en casi todas las obras literarias hay siempre alguna referencia a bebidas, sobre todo alcohólicas. Tomemos como ejemplo la obra “más antigua”: Las Sagradas Escrituras. En ella se nos muestra a Noe plantando un viñedo y bebiéndose sus frutos, fue el primer “pedo” documentado de la historia. Más tarde Jesucristo en las bodas de Cana convierte el agua en vino para gran regocijo de los invitados.
    Si además tenemos en cuenta que muchos de los grandes escritores de la historia eran bebedores empedernidos (Lope de Vega, Quevedo, Truman Capote, Faulkner, Poe, John Steinbeck, Hemingway, Juan Carlos Onetti, Rubén Darío, Hammett, Raymond Chandler…) no es de extrañar que en la mayoría de sus escritos haya una clara y concisa referencia de toda clase de bebidas espirituosas.
    Los americanos con su Bourbon, los sudamericanos con su tequila y su mezcal, los japoneses con su saque, nosotros los europeos con la sempiterna cerveza y los buenos vinos. Los hijos de la Gran Bretaña tienen su Whisky y su té bebida que todos adoran (todos menos Bond, James Bond, que lo odia, el prefiere Don Perignon y Martini seco con vodka, agitado no batido).
    Es en el género de novela negra donde más se abusa de este tipo de bebidas. Los sabuesos de Hammett beben y beben sin parar para darse coraje, para afirmarse férreamente a su libertad. Philip Marlowe, personaje creado por Chandler, es otro bebedor empedernido. Todos estos detectives e investigadores abusan sin pudor y hasta con cierta satisfacción de bebidas que saben nocivas y perjudiciales para su salud. Todos a excepción de mi admirado Sherlock Holmes, ¿lo habéis visto acaso nunca apurando un trago?, yo no lo recuerdo. Eso sí, se dice, se comenta, se rumorea que tenía las pituitarias algo resentidas por culpa de la cocaína. Qué se le va a hacer…nadie es perfecto.

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