
Hace ya bastantes años viví en Londres una temporada trabajando y estudiando inglés. Cuando me pasó lo que os voy a contar llevaba poco tiempo y mi inglés no era precisamente bueno, aceptable para conversaciones típicas, pero poco más. En un mercadillo de Londres había encontrado un libro de segunda mano de "Crónicas de la dragonlance", una serie de fantasía que ya me había leido en español. Empecé a leerlo con la esperanza de que me ayudara a mejorar mi comprensión lectora una historia que ya conocía y me gustaba. Lo iba leyendo en el autobús cuando el revisor llamó mi atención completamente entusiasmado por ver que alguien leía uno de los libros de esta serie de la que no me cabe la más mínima duda era un friqui. Por desgracia en ese momento mi conversación no fué de lo más interesante porque sólo conseguí comentar con mi estupendo inglés a nivel de tarzán que me encantaban y que ya los había leido anteriormente en mi idioma. La conversación murió pronto, pero bueno si entonces hubier hablado mejor el idioma de Shakespeare hubiera conocido a alguien con gustos iguales a los mismos al menos en lo que se refiere a literatura fantástica.
El segundo caso me pasó hace poco tiempo en el metro. Viajaba leyendo una novela en mi e-reader y una estudiante de la facultad de derecho se sentó a mi lado para preguntarme todo lo que pudo sobre el lector, desde Mairena hasta la parada de Puerta de Jerez donde me bajé. La chica, muy joven, debía estudiar primer o segundo curso en la facultad era una lectora entusiasta que como a tantos nos pasa no tiene sufiente dinero para comprar todo lo que sale al mercado y le interesa. Fué una conversación corta, no más de diez minutos pero me pareció una muchacha muy agradable, y bueno siempre gusta encontrarse con gente que disfruta de la lectura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario será visible tras la aprobación.