Cuando leemos un libro de ficción no sólo nos adentramos en una historia interesante, terrorífica, romántica, "histórica", nos adentramos también en una sociedad a través de los ojos de su autor.
Conocemos a los habitantes de un país según el escritor ve a sus vecinos y descubrimos particularidades de las tradiciones y costumbres de otros países de los que no sabíamos nada.
Llegamos a conocer y adoptar estilos que no son los nuestros, y nos empeñamos en probar esa bebida o comida que tantas veces aparecen en los textos de tal escritor y a las que seguramente ya le hemos adjudicado un tipo de sabor.
Si nos describen a los habitantes de un lugar determinado como hospitalarios, gruñones, trabajadores, cerrados, crápulas, simpáticos... nos extrañamos si lo que encontramos no es así.
La visión de la realidad del escritor, no siempre es tan real y no siempre la asimilamos como se pretende, pero no por eso dejamos de buscarlo.
Recuerdo perfectamente algunas de mis búsquedas cuando he tenido la oportunidad de visitar las ciudades y paises de esos escritores, como esas visiones algunas veces se han cumplido de sobra y otras en cambio me han dejado totalmente descolocada al comprobar que lo que esperaba no cumplía con mis expectativas.
Una gran decepción el pastel de ruibarbo que me resultó absolutamente asqueroso tanto de vista como de sabor y un gran encuentro mi primer pastel de zanahoria que superó con mucho lo que yo esperaba y eso sí acompañado en un buen té.
¿Cuantas veces vuestra realidad ha estado reñida con la de ese autor/a que os gusta tanto?
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