Los recuerdos desordenados de una mujer desde su infancia en Saigón viviendo la vida de una familia más que acomodada, su huída a un campo de refugiados cuando el comunismo ocupó su país y finalmente su llegada a Canadá donde empezaría una nueva vida.
Es un libro lleno de una memoria que va a saltos. El lector tendrá que buscar después su desarrollo cronológico lógico, aunque resulte totalmente innecesario por que todo está relacionado. Son las vivencias de la niña de diez años, que vivió el final de su vida en su país y su estancia en el campo de refugiados y el desarrollo de la adolescente, luego mujer desde su llegada a Canadá.
Cada página de este libro es una vivencia, un momento el descubrimiento de uno de sus familiares, ese suceso que le marcó, una pérdida, un cambio, una noticia...
Con la lectura y la experiencia de la autora podemos ver también su evolución su comprensión de situaciones como el cariño o la maternidad, su visión más amplia con los años y sobre todo su aceptación de todos los hechos que marcaron su vida.
Una frase genial: "Mis hijos me dieron el poder exclusivo de soplar en una herida para hacer desaparecer el dolor, de comprender palabras no pronunciadas, de poseer la verdad universal, de ser un hada".
Kim Thúy abandonó Vietnam junto a otras personas, en un bote, a la edad
de diez años. Vive en Montreal desde hace tres décadas. Su trayectoria
profesional es poco común; ha realizado todo tipo de oficios —costurera,
intérprete, abogada en uno de los más prestigiosos bufetes canadienses,
propietaria de un restaurante, crítica gastronómica de radio y
televisión— antes de lanzarse a la escritura. Su primera novela, Ru,
ha cosechado un inmediato éxito de crítica y público a ambos lados del
Atlántico y ha sido merecedora del prestigioso Premio RTL-Lire 2010.
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