sábado, 25 de diciembre de 2010

LA PUBLICIDAD EN LOS LIBROS

He visto que en algunas series y películas se hace publicidad.  Un ejemplo muy conocido de publicidad de marca de coche son las películas de James Bond.   En la mayoría de las películas y series americanas aparece un Mac.  En cambio en algunas series españolas se ven marcas de alimentos, algo mucho más asequible para el cosumidor normal que un Bentley o un Aston Martin.  Parece una buena estrategia y no creo que a los seguidores de estas series les moleste ver productos que quizás consuman ya o que posiblemente terminen probando por "simpatía" con los personajes de la serie.
En literatura no me he encontrado con éste tipo de publicidad.  Si alguna vez sale algúna marca o producto conocido parece más bien ser por gusto del autor que por una cuestión publicitaria.  ¿Por qué ésta diferencia? ¿Aquellos que se dedican al mundo publicitario piensan que no vale la pena por haber más consumidores de televisión que de libros? ¿Las ganancias no valen la pena? ¿Todos los autores a los que le han ofrecido un extra por hacer publicidad de sus productos en sus novela, se han negado categóricamente? ¿Puede ser.....?. Sinceramente me gustaría saber por que.  No se si me iba a gustar mucho encontrar publicidad en las novelas, pero quizás si no fuera excesiva podría ser aceptable y una gran idea. Ideas, ideas....

2 comentarios:

  1. COMENTARIO DE RAÚL

    Coincido con tu observación. Es raro encontrar alusiones a marcas de productos en la literatura. Recuerdo un cuento de Cortázar en el que habla de "tomar un cinzano", escrito así, con minúscula. Pero eso no perseguía fines publicitarios. En la Argentina de los '50, '60 decir "un cinzano" es sinónimo de aperitivo, del mismo modo que gillette lo es de hojas de afeitar, aunque no te refieras exactamente a esa marca (Gillette).

    El James Bond más moderno usa, por contrato, relojes Omega. En la última película, la escena del "anuncio" es bastante burda: 007 está cenando con la futura seducida (ya sabes: Bond es infalible), y ésta mira su reloj y le dice "- James... ¿ese es un...?-" (obviamente, esperas que diga Rolex o queda claro que ella piensa en esa marca) Y Bond la interrumpe aclarando "-No; es Omega.-"
    Me pareció, insisto, una estrategia torpe. Cuando el agente interrumpe a la niña diciendo "no;...", está reconociendo que sabe a qué marca se va a referir, lo que deja implícito el concepto de que esa marca, la que no se alcanza a nombrar, es la realmente importante.

    El No (no es Rolex) de Bond acarrea la aceptación de que Omega es una Opción o Alternativa también de buena calidad.

    En cuanto a que pueda usarse la publicidad en la literatura, mmmm.... lo veo difícil. La gente "compra" imagen. Compra lo que ve. No un nombre. Incluír la marca Aston Martin en una novela no creo que arrastre a muchos compradores de coches a decantarse por esos coches... La FOTO o un video del coche + una piba impresionante, sí.

    Para publicitar un jean, no te ponen la foto de un pantalón, sino de un modelo muy atractivo que te haga pensar "Si uso Levi's seré o me verán como ese/a modelo"


    Raúl

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  2. Afortunadamente todavía los libros siguen siendo unos de los últimos bastiones mediáticos que se ha librado de la publicidad.
    Pero me da a mí en la nariz que esto no se debe a que las grandes compañías de marketing consideren “sagrada” la lectura, si no más bien a la falta de garantía sobre la venta de un ejemplar específico.
    Sin embargo me llama la atención que cada vez más autores actuales se regodeen en alusiones sobre ciertas marcas, sobre todo de ordenadores y equipos electrónicos, que son completamente innecesarias para la línea argumental. ¿Se debe quizás a un exceso de celo en los detalles por parte del autor? Pudiera ser que el escritor le tenga tanto cariño a su ordenador que quiera incluirlo en la historia ¿O tal vez piense que al dar la marca del aparato atraiga a lectores aficionados a la informática? Tal vez exista algún tipo de acuerdo entre la compañía anunciante y el escritor como los que tienen los deportistas con fabricantes de relojes y ropas.
    De todas formas no me atrae nada la idea de encontrarme con un anuncio publicitario mientras estoy leyendo un interesante libro.

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