En muchas novelas los personajes masculinos son un sueño por descubrir. El tema no está en que sean arrebatadoramente atractivos (los hombres interesantes en las novelas no son guapos, son atractivos), es más bien que destilan clase.
Son normalmente personajes por encima de los treinta y cinco y llegan hasta los cincuenta y largos. Tienen un gusto impecable vistiendo y son lógicamente groumet y grandes conocedores de vinos. En cualquiera de éstas novelas te hablan de algún plato exquisito al que han sabido acompañar del mejor vino aunque el precio dé mareos sólo de verlo. Como es natural son unos sibaritas en todos los aspectos de su vida y si además son espirituales conocen todo sobre la cultura oriental, principalmente japonesa. Para rematarlo son uno amantes de fábula, que se conocen todos los trucos para hacerte disfutar, que crean unos ambientes irrepetibles y son de una delicadeza y una pasión sin parangón.
Estos personajes normalmente pertenecen a escritores masculinos. Supongo que son el ideal de lo que querrían ser y no son, por no poder pricipalmente. La verdad es que algunos llegan a niveles de superioridad a los que sería muy dificil llegar. Pero en vez de inventar estos personajes tan increibles y repito INCREIBLES, que o te hacen suspirar por semejante espécimen o te hacen perder interés en la novela al no poder creerte ni lejanamente el personaje ¿Por qué los autores bajan un poco el listón de sus personajes para que la novela se acerque un poco más a la lectora?.
Muchas veces soy de las que suspiran pero desgraciadamente y cada vez con más novelas me termina de fastidiar la historia, semejante perfección masculina. No subamos hasta el último piso en busca de una quimera como en el chiste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario será visible tras la aprobación.