Libro de cuentos o más bien de anécdotas en las que un Juez ya jubilado de un valle leonés y su secretario hacen dos papeles muy definidos. El primero es el que rememora y quiere que la "historia" queda de una forma determinada, no siempre totalmente real pero sí sin demasiadas florituras y el segundo que hace de escribiente y al que agradan los circunloquios y embellecer el idioma exprimiendo bien sus posibilidades.
Estos dos personajes van a ir configurando a través de sus recuerdos, las vidas, venturas y desventuras de todos aquellos a los que han conocido a través de los años.
Una prosa poética y una forma de narrar que parece llevarte a otra época más tranquila y más segura de la que sólo te despiertas cuando aparecen palabras como máquina de escribir o coche. Curiosamente y aunque en diversas páginas aparecen los años de los que Gistredo el secretario va escribiendo las distintas historias, la forma de presentar tanto los pasajes como los protagonistas de los mismos, la placidez de la misma narración me ha hecho perderme varias veces y me he encontrado sumergida en una historia que no podía desarrollarse más allá de principios del s. XX. Así que me ha tocado sorprenderme cada vez que despertaba de nuevo en el final del mismo siglo.
La pareja de protagonistas resulta curiosa y al mismo tiempo totalmente real. El típico Juez que ha ejercido durante años en un mismo lugar, conoce a sus vecinos y tiene sus propios métodos. No llegamos a conocer su nombre, pero no es nesario, es un personaje muy fácil de imaginar visualmente. Tiene una tertulia con otros prohombres de la zona en lo que parece rememorar una vez más, tiempos más apacibles.
Gistredo el secretario, persona con ideas propias pero siempre un poco a la sombra del Juez como personaje importante de su entorno; acostumbrado a un trato de confianza pero de pleno respeto no sólo a la posición del juez sino también a su edad y experiencia.
Éste es uno de esos libros para leer tranquilamente en el sillón, cubiertos con una buena manta y con una buena copa de vino tinto o un té para acompañar ese momento de inmersión en la lectura.
Estos dos personajes van a ir configurando a través de sus recuerdos, las vidas, venturas y desventuras de todos aquellos a los que han conocido a través de los años.
Una prosa poética y una forma de narrar que parece llevarte a otra época más tranquila y más segura de la que sólo te despiertas cuando aparecen palabras como máquina de escribir o coche. Curiosamente y aunque en diversas páginas aparecen los años de los que Gistredo el secretario va escribiendo las distintas historias, la forma de presentar tanto los pasajes como los protagonistas de los mismos, la placidez de la misma narración me ha hecho perderme varias veces y me he encontrado sumergida en una historia que no podía desarrollarse más allá de principios del s. XX. Así que me ha tocado sorprenderme cada vez que despertaba de nuevo en el final del mismo siglo.
La pareja de protagonistas resulta curiosa y al mismo tiempo totalmente real. El típico Juez que ha ejercido durante años en un mismo lugar, conoce a sus vecinos y tiene sus propios métodos. No llegamos a conocer su nombre, pero no es nesario, es un personaje muy fácil de imaginar visualmente. Tiene una tertulia con otros prohombres de la zona en lo que parece rememorar una vez más, tiempos más apacibles.
Gistredo el secretario, persona con ideas propias pero siempre un poco a la sombra del Juez como personaje importante de su entorno; acostumbrado a un trato de confianza pero de pleno respeto no sólo a la posición del juez sino también a su edad y experiencia.
Éste es uno de esos libros para leer tranquilamente en el sillón, cubiertos con una buena manta y con una buena copa de vino tinto o un té para acompañar ese momento de inmersión en la lectura.
Pablo Andrés Escapa, Nació en León en 1964. Se licenció en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y actualmente trabaja en la Real Biblioteca de madrid. Es autor de diversos artículos sobre traducción, historia del libro y aspectos de bibliografía material en el Siglo de Oro aparecidos en publicaciones especializadas (Boletín de la Real Academia, El libro Antiguo Español, Instituto de Historia del Libro y la Lectura). Colabora en la revista de cine Nickel Odeon.
La elipsis del cronista es su primer libro de cuentos.
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