A veces nos empecinamos con una idea, y la certeza o cabezonería de que nos encontramos en posesión de la verdad nos impide seguir adelante y probar.
A las personas que leemos nos pasa eso con los libros.
Quizás en algún momento nos encontramos con un libro que leímos con ganas y nos dejó con una completa y absoluta desilusión, y desde entonce relacionamos al autor/a o al género con algo que definitivamente no vale la pena.
Por desgracia este tipo de actitud nos cierre puertas no sólo al conocimiento sino a la posibilidad de disfrutar con una buena historia, una narración depurada o una sorpresa aún mayor; y esas "opciones" que en pricipio teníamos al alcance de nuestra mano se volatilizan y seguramente nunca más volverán a estar a nuestro alcance.
A veces ese desgraciado convencimiento de que tenemos razón nos pone sarrias que nos limitan mucho nuestro camino y quien no ha dicho al menos alguna vez: ¡Uh a mí la novela (...) no me gusta nada, me parece (...).
La inutilidad de esta limitación autoimpuesta a todas las posibilidades que ofrece la literatura es una verdadera pena y además nos vuelve personas condicionadas por nuestras propias opinones.
Pensad un poco en el tema y no los limitéis: tanto si sois ellas como si sois ellos no pensad nunca que hay novela femenina o masculina, juvenil o de adulto, de personas cultas o menos cultas, etc.
Todo sigue "ahí fuera" por descubrir y en cualquier libro puedes encontrar esa historia, o ese nuevo conocimiento que te haga desperatar, sonreir, reir, llorar o tantas otros sentimientos que siempre están ahí para tí.
¿Hay algún libro que te haya sorprendido gratamente sin esperártelo?
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