Hace algún tiempo propusieron como lectura en el Club un libro de Paul Auster. Es un autor que no me gusta mucho y para colmo hacía poco tiempo que había leido otra de sus novelas y parecían dos calcos. Aunque he intentado encontrar algo que me interese de este autor las tramas las encuentro repetidas, sus personajes parecen salir siempre del mismo sitio y los finales ya no me sorprenden. Entonces decidí que no me gustaba por ser tan repetitivo. La decisión logicamente no era muy justa pues sigo leyendo a otros autores que también repiten argumentos y personajes y cuyos finales aunque me puedan sorprender se pueden más o menos adivinar desde muchas páginas antes del final. Un ejemplo de este tipo de autor sería Anne Perry de la que ya he hablado varias veces en este blog y que se dedica principalmente a la novela policiaca desarrollando sus escenarios en la época Victoriana. Esta autora tiene unos protagonistas y unas tramas que se repiten novela tras novela, y sin embargo yo he leido todo lo que ha publicado en español e incluso me he atrevido con alguna novela suya en inglés después de esperar desesperada a que la publicaran finalmente en español. He llegado incluso a pedir explicaciones a la editorial de porqué no habían publicado un título específico de una misma serie cuando habían publicado todos los anteriores y los posteriores a ese libro. Como era de esperar la editorial ni siquiera se ha molestado en contestarme, pero lo que viene al caso es que esta autora al igual de Paul Auster repite modelos y no por eso me ha perdido como lectora.
Estaba que mis razones para rechazar a Paul Auster no eran adecuadas, pues si no me debería pasar lo mismo con Anne Perry.
Así que seguí pensando (estaba sola en el coche con muchos kilómetros por delante y me podía permitir el analizar algo tan absurdo como esto y además me servía de entretenimiento porque el paisaje no ayudaba mucho).
Me puse a pensar en las épocas, las características de los personajes, la solución a los problemas que se dan en estos libros y a la sensación final que me dejaban y entonces lo vi claro.
Paul Auster, crea a unos personajes que tienen un defecto imposible de superar para mí: son siempre personas torturadas por temas tontos (a mi modo de ver) que ya no esperan nada de la vida y que se dejan llevar a la espera de que alguien los rescate y ese pesimismo tan arraigado me pone nerviosa y quizás no me hace apreciar otros rasgos mejores de la narración.
Anne Perry, crea a unos personajes siempre dispuestos a superar todo lo que se les venga encima y normalmente a estos personajes si les ocurren cosas horribles, pero no se dejan llevar por la desesperación hasta el punto de pararse, y con fuerza de voluntad, ganas e inteligencia logran recuperar sino lo perdido al menos el resto de sus vidas. Optimismo dentro de las desgracias.
Una vez más este es mi caso pero en el vuestro ¿Podeis comparar a dos autores de los cuales uno os produzca rechazo y el otro en cambio os guste o mejor os encante?
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