Elna y Vivi son dos chicas suecas. Llevan tres años carteándose y finalmente en 1941 consiguen organizar un pequeño viaje en bicicleta en el que tendrá ocasión de conocerse.
El viaje que sólo supone una continuación y un buen recuerdo para una se convierte en una pesadilla y el final de los sueños para la otra. Las pequeñas decisiones que parecían sin importancia al inicio del viaje afectarán no sólo a su vida sino también a la de sus descendientes.
Es un libro mágnifico en el que se tocan muchos temas relativos al desarrollo de la conciencia femenina. Al descubrimiento de la mujer como persona y no sólo como apéndice de los hombres.
Salen temas que si bien a lo mejor no todas las de mi generación hemos vividos, si tenemos conocimientos de ese tipo de actitudes ante la evolución de la mujer.
El problema de que las mujeres que demuestran tener ganas de seguir adelante, de aprender hayan abandonado muchas veces esos sueños cuando los hombres que les rodean vean esos cambios como una amenaza a sus derechos.
Una frase genial que define un sentimiento que acompaña a casi todas las mujeres durante toda su vida: "...... de todos sus guardines en la vida: el sentimiento de culpa, de remordimiento, de insuficiencia". Ese sentimiento que al parecer viene en nostras de fábrica y que nos supone sentir que nunca estamos haciendo las cosas bien,.... no cuidamos suficientemente bien, ni trabajamos suficientemente bien y no digamos de pasarlo bien sin acordarnos de hijos o compañeros, entonces es la debacle para nuestra cabeza. En este libro las generaciones de mujeres que vamos a conocer, primero Elna y después su hija viven con ese sentimiento permanentemente y nunca parece que nada sea suficiente ni pueda compensar ni por un momento el haber pensado durante un poco solo en ellas mismas.
Mujeres héridas que disculpan los errores de los demás, pero no los propios, que buscan ayuda en otras mujeres en su misma situación por que es donde únicamente saben que van a ser comprendidas.
Otras frases geniales:
".. y ella escarba con las manos en la tierrra húmeda, intentando explicar que es así como ve su vida. Debajo de todo siempre hay algo más, algo inesperado". Dentro de la impotencia ante lo que no se puede cambiar siempre surge la esperanza y las ganas de seguir.
"Ése es, sin duda, el único derecho que tenemos, aprender por nosotros mismos, aprender de los propios errores". En este caso me encanta el planteamiento de la frase, porque normalmente siempre lo escucho cuando se mira con condescendencia a una persona que se tira de cabeza hacia una acción que nosotros percibimos desde nuestra experiencia como abocada al fracaso y que desde la suya sólo puede salir bien. Pero en la frase se percibe algo más, es "un derecho" es decir una decisión libre, ¡que importan los errores que comentan los demás o nosotros mismos!, la vida hay que vivirla y equivocarse es un derecho maravilloso.
Y una última frase para no alargarme, otro sentimiento que conocemos las mujeres cuando nacen nuestros hijos: "Pensaba a menudo en la muerte, en que no podía morirse. Todavía no...". No pensaba en la muerte porque quisiera morir, sino por que no quería que le pasara nada malo mientras fuera necesario proteger a su hijo. La seguridad de él es más importante que sus necesidades y no lo dice con tristeza, sino sólo con miedo ante la posibilidad de no poder cumplirlo.
Henning Mankell (Estocolmo, 1948) divide su tiempo entre Suecia y Mozambique, donde dirige el teatro nacional Avenida de Maputo. Autor de numerosas obras de ficción y uno de los dramaturgos más populares de su país, es conocido en todo el mundo por su serie de novelas policiacas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander, traducidas a treinta y siete idiomas, aclamadas por el público, merecedoras de numerosos galardones (como el II Premio Pepe Carvalho) y adaptadas al cine y la televisión (entre otros, por el actor Kenneth Branagh). Tusquets Editores ha publicado la serie completa, compuesta por diez títulos, y otras diez novelas, entre ellas el thriller titulado El chino, XV Premio Arcebispo Juan de San Clemente.
Hace algunos años empecé a leer este autor que me recomendó mi hermano Candín, al que gusta bastante la novela negra. Sólo conocía sus obras policíacas, tanto la serie de Wallander como "El chino" y empecé esta historia por que el resumen de la trama era interesante, pero creí (erroneamente) que se trataba de nuevo de alguna novela policíaca.
La diferencia con el resto de obras de este autor es abismal. Trata de nuevo el tema de la violencia, de los desarraigados, etc... algo que aparece siempre en sus obras, pero en este caso ha cambiado el punto de vista y personalmente le aplaudo porque lo ha hecho de forma muy acertada, sin dramatizar pero sin esconder nada.
Una gran novela.
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